HOY DIOS TE DICE:
Hija. Me siento muy orgulloso de ti, tienes fe en mi, en lo que haré en tu vida y matrimonio. Sin embargo quiero decirte que no es suficiente esta fe, por supuesto me agrada, pero debo aconsejarte ahora que me dejes obrar.
Necesito que quites de tu vida aquello que impide nuestra perfecta comunión. Yo soy Santo y mi ley establece que no debe haber nada que impida el fluir de mi Espíritu Santo en ti.
A lo largo de este caminar junto a mi lo haz hecho. Haz tratado de obedecerme. He visto tus larlgrimas cuando callas ante situaciones que te parecen injustas, he visto cuanto han tratado de humillarte para que no confíes más en mi. Tú fe me agrada, sigues dispuesta a seguirme muriendo lentamente al ego que había en ti.
Te revelare un hermoso secreto. ¿Sabes que es lo que ha impedido que mi Espíritu de frutos en tu vida?
La incredulidad. Así es, crees en mi pero no en ti. No haz creído que eres mi princesa. Mi amada. No haz creído en la nueva identidad que te he dado. En el llamado que te he hecho. En lo que he puesto en ti. Tienes todo para vencer las batallas de la vida!!!
Mi Espíritu vive dentro de ti.
Esta condición hace que las mentiras que viene a contarte el enemigo de tu alma y de tu matrimonio te hagan dudar. Piensas que no eres capaz de soportar lo que sucede y le crees.
Esta condición hace que el enemigo te derrote en tus intenciones por agradarme. Hace que falles PORQUE NO CREES LO QUE YA HE PUESTO EN TI. ¡Mi Santo Espíritu!
Eres una vencedora por medio de mi. Podrás soportar todo y observar con tus ojos la derrota de tus enemigos. El fin del adulterio, de la humillación, el maltrato y la injusticia.
Hoy te pido que sigas creyendo en mí y que creas también en ti. Separada de mi nada puedes hacer pero conmigo todo lo puedes.
Debes creer ahora que eres mi hija. Que siempre te voy a respaldar, que te he elegido, llamado y sigo haciendo mi buena obra en ti.
Te amo, cree en mí y en la identidad que ahora te he dado.
Atte. Jesús .
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